En clase de Lengua tuvimos que elegir 8 fotos de objetos desde distintos puntos de vista y crear una historia. Yo la hice con Viole, Abru y Sol.
Ayer había venido una amiga de Juana a hacer una tarea del colegio. Antes de que Ludmila, su amiga, llegara, nos guardó bruscamente en el cajón debajo de su cama. Ella jamás nos guardaba ahí. Los juguetes nuevos habían comenzado a discutir sus teorías sobre lo que estaba pasando.
—Para mí que no nos quiere más —. Opino Pipo el trencito.
—¿Cómo vas a decir eso?—. Gritó Barbie con las 's' muy marcadas. —Ella nunca nos abandonaría.
—Pero Barbie, ¿no te das cuenta? nunca nos había dejado acá. No nos quiere más. —Dijo un auto rojo que tenía la ruedas rotas.
—¿Pero de qué hablás? Seguro está limpiando la habitación —. Dijo Simba el León.
Yo me encontraba en una esquina al fondo del cajón, escuchando toda la conversación. Todos los juguetes discutían y ninguno parecía tener la respuesta correcta, y cada vez se desesperaba más, hasta que el juguete más antiguo intervino. El viejo Mickey fue el juguete favorito de la mamá de Juana y sabe mucho más que todos nosotros.
—Cálmense, cálmense — Tosió —¿No escuchan? Debe haber invitado a alguna amiga.
-¿Que tiene que ver eso? Antes cuando invitaba amigas jugaba con nosotros- opinó el Pipo el trencito -
-Si, pero los chicos al crecer se avergüenzan de sus juguetes y nos esconden de sus amigos.- relataba el sabio muñeco - No hay nada de qué preocuparse, ella nunca nos va a olvidar o tirar. -
(Narrador interno focalización interna)
Después de la explicación todos los juguetes se quedaron tranquilos. Y esperaban pacientemente que los sacaran del cajón…
Fuera del cajón, Juana le estaba mostrando a su amiga su nuevo ukelele, era de color marrón café y del tamaño de un brazo.
Ambas amigas estaban muy concentradas tratando de averiguar cómo tocar el instrumento, tan concentradas que nunca se dieron cuenta que el té se estaba enfriando.
-Vamos a tomar el té- dijo Ludmila con tono de mandona.
-Dale.
Los muñecos esperaron a que las niñas se fueran de la habitación, y cuando ya no escucharon ningún ruido abrieron despacio el cajón.
Simba y Mickey fueron los primeros en salir seguido por un osito marroncito claro con un moño rojo Yo pensé que iban a salir más juguetes pero eso nunca sucedió.
-No hay nadie- les avisó Mickey a los demás muñecos del cajón. -Pueden salir.
-Señor Ukelele, ¿sabe que le ocurre a Juana que nos escondió debajo de su cama?- preguntó Simba
-¡No soy señor!- respondí con enojo -Y ella dijo que se fue a tomar el té con su amiga Ludmila-
El osito miró sorprendido pero no dijo nada.
El ukelele me miraba fijamente, yo no entendía porque.
-¿Tengo algo en la cara? -pregunte inocentemente.
-¡Oh! No, no tienes nada en la cara -exclamó el instrumento- Solo veia tu pelo, debe estar buenisimo ser peludito y calentito.
Salí de la esquina del cajón porque estaba cansado de escuchar los distintos murmullos de los animales y sus discusiones. Es agradable sentir el aire fresco en mi pelaje y tener la oportunidad de hacer un nuevo amigo.
-Si me gusta tener este pelaje. ¿A vos te gusta tener cuerdas?- cuestione
-¡Si me encanta! Mira puedo hacer música- dijo el Ukelele.
Todos estábamos hablando muy contentas hasta que que Juana entró y nos vio a todos en nuestra real naturaleza ¡hablando y moviéndonos!
-¡ALERTA ROJA! ¡ALERTA ROJA!- Gritó Mickey como pudo, con su voz que ya no tenía fuerza. -¡SOLDADOS! ¡TODOS A SUS PUESTOS!
Juana estaba mirando la escena perpleja y con cara de horror. Todo lo demás fue muy raro, de un momento a otro todo estaba negro y nunca los volví a ver.
