En lengua estuvimos trabajando con distintos dioses griegos y en grupo creamos un mito con dos de ellos; Zeus y Afrodita. Yo trabaje con Manuela, Francisco y Gaston.
La batalla del Olimpo.
Estuvimos trabajando sobre los dioses griegos. Investigamos y luego en grupos creamos una historia con dos de ellos. A mi me tocaron Afrodita y Zeus y lo hice con Aylén, Francisco y Gastón.
- ¿¡Donde está Afrodita!? - El muy furioso padre de los dioses, reclamaba la presencia su hija.
- Ya la he buscado por todas partes, pero no la pudimos encontrar todavía. - El dios mensajero, tenía miedo. - Pero, ¡No te preocupes! A los pocos mortales que le pude preguntar, dicen que vieron una hermosa mujer con túnica blanca cerca de la entrada del Inframundo; los dominios de Hades. ¿Crees que pueda estar con su tío? -
- Vayan a buscarla. -
Zeus, necesitaba a su hija para decorar todo el Monte Olimpo. En una semana iban a festejar el cumpleaños de Hera, la esposa de Zeus. Todo debía ser perfecto, y nadie tenía tan buen sentido del gusto como Afrodita.
Mientras tanto, en el reino de Hades, Afrodita estaba decidida a despertar a los Titanes. ¿La razón? Unas semanas antes, ella había ido a consultar a la Pitonisa. Ésta, le había dicho a la diosa, que Hades iba a matar al hijo preferido de Afrodita; Clover, un semidiós musculoso, que parecía la versión masculina de ella sobre la tierra. Ojos verdes y cabello lacio y castaño claro. Afrodita no estaba dispuesta a verlo morir. Por lo cual, decidió ayudar a su tío con la condición de no matar a Clover. Hades aceptó, pero a cambio, ella tendría que liberar a los Titanes.
En las profundidades del Tártaro, la diosa del amor estaba pensando cómo liberarlos. Después de mucho pensar, decidió tratar de romper el sello que los retenía, pero descubrió que necesita icor de Zeus para realizarlo. Como no podía lastimar a su padre, secuestró a uno de sus hijos para que su sangre lograra romper el sello.
Ya había pasado una semana, era el cumpleaños de Hera, y Afrodita aún no aparecía. Su padre estaba muy preocupado, pero eso no le impidió que todos los decorativos estuvieran perfectos. Todo estaba decorado de color dorado igual que el oro, y con candelabros de cristal colgando de los techos casi inalcanzables. Todos los dioses y diosas estaban presentes incluyendo a los más despreciados como Discordia y Nix; la diosa de la noche. Unas horas más tarde, aparecieron la diosa del amor y el dios del inframundo, vestidos de gala como todos los invitados y con sus radiantes sonrisas. Pero, con una sorpresa que nadie esperaba.
Cuando la fiesta estaba por terminar y los rayos del sol aparecían, los invitados ya se estaban yendo, cuando una sombra del tamaño de un rascacielos irrumpió en el Monte Olimpo tapando todo a su alrededor.
- ¡Titanes! - Todos los invitados empezaron a gritar con desesperación.
- ¿¡Que!? - Exclamó Zeus.
- Genial, ya estaba aburrido. - Ares el dios de la guerra, ya se estaba preparando para luchar.
- Como si pudieras hacer un estrategia lo suficientemente inteligente para derrotarlos. - Afirmó Atenea, tomando su escudo.
- ¿Necesitan ayuda? - Preguntó Poseidón, el dios del mar, vestido para la guerra con su tridente dorado y sus sandalias de cuero.
Todos se estaban preparando para la guerra, cuando Afrodita y Hades hacen su aparición.
- ¿Por qué tan estresados? - El dios del inframundo, pregunto sarcásticamente.
- Dejalos tranquilos, creen que pueden derrotar a tu ejército y seguir gobernando en el Monte Olimpo. Agregó Afrodita.
Todos los presentes quedaron boquiabiertos, con la reciente confesión de los dos dioses.
- ¿Ustedes organizaron toda la invasión? - Preguntó sorprendido Apolo, el dios de la música.
- Pues, es lo que parece. - Contestó Hades despreocupado, como si supiera que los dioses no tienen oportunidad de ganar.
- Afrodita, ¿Por qué traicionas a tu propio padre y hermanos? - Zeus, estaba bastante dolido con la reciente traición.
- Tengo mis razones - Respondió la diosa, con un poco de dolor y preocupación en los ojos.
Iban a seguir dialogando, pero Hades y Afrodita desaparecieron en una nube de color gris. Como si desaparecieran en el aire.
Al final, todos los dioses del Olimpo decidieron luchar, aunque lo tuvieran que hacer contra su propia sangre. Habían empezado a luchar contra los invasores, cuando Atenea se acordó de una profecía la cual decía que el único hijo varón de Afrodita, iba a salvar al Monte Olimpo. Rápidamente, la diosa de la sabiduría fue a buscar a Clover.
Mientras tanto, en el mundo de los mortales el cielo parecía caerse. Los fuertes vientos empujaban las hojas de los árboles e inundaban la calles. Todos los simples mortales, pensaban que se avecinaba una simple tormenta, pero Clover, lo sabía. Los dioses estaban en guerra. El único hijo de Afrodita, estaba regresando su casa cuando un auto pasa volando por encima de su cabeza. <Ahora llueven autos.> pensaba Clover cuando entro a su casa. Pero, no se encontró con su comodo sillon negro o su plasma de 42’, si no a la misma diosa de la sabiduría y la guerra Atenea.
- Necesitamos tu ayuda - Exclamó la diosa, con un tono autoritario.
Clover no se negó, solo asintió. La diosa, le brindó una pechera dorada y yelmo del mismo color. Clover se sentía como un guerrero. El joven, por ser hijo de Afrodita, presentía que los dioses estaban en guerra. Pero, no sabía contra quienes, ni por qué lo necesitaban.
Unos minutos más tarde, Clover y Afrodita se encontraban en el Monte Olimpo. Al llegar el semidiós, se dio cuenta contra quienes peleaban los dioses, los Titanes. Al verlos, se encontró con gigantescos monstruos de seis metros con una especie de piedra como piel de color negros y semi desnudos del torso para arriba. Traían puestos unas grebas para proteger sus piernas, algo parecido a una pollera corta pero de metal y por último nada en los pies. Sus rostros, eran deformes, apenas se notaban las distintas facciones del rostro; agujeros totalmente negros donde se deberían encontrar los ojos, unas muecas torcidas que pretendìan ser sus bocas y la mayoría tenìan la nariz partida. Solamente mirarlos daba miedo.
¿Qué hacía alguien como Clover ahí? Todo pareció cobrar sentido cuando al cruzar las puertas del Olimpo el collar que Clover traía puesto empezó a calentarse en su pecho.
- ¡Auch! - Exclamó de dolor, el joven.
En ese momento, todo vino a su mente. Estaba en su jardín arriba de la hamaca, mientras su papá, Leo, lo empujaba. Estaba muy feliz, con una gigantesca sonrisa en el rostro, aunque no haya visto a su madre, en ese momento ya tenía 5 años. Su papá, siempre le decía que cuando él cumpliera 5 años le iba a dar un regalo especial. Eso pasó.
- ¡Clover ven, tengo un regalo para darte! - Gritó Leo desde adentro de la casa. Clover fue corriendo a buscar su regalo.
- ¡Ya voy! - Contestó clover muy feliz. Al llegar, su papá le entregó un collar no muy largo con un colgante no muy peculiar. Era negro y tenía forma de I griega. Clover no conocía el material del colgante, no era de metal ni de madera.
- Este collar, paso por muchas generaciones a través de nuestra familia. Este collar me lo dio mi papá y ahora te lo entrego a vos. - Leo parecía muy orgulloso de que ya su pequeño hijito portara ese amuleto que era tan importante para él.
Un año después, Leo murió de cáncer. Provocando que Clover se quede con su tía, sin descubrir el significado o la importancia del pequeño collar.
Pero, Clover en esos momentos de guerra estaba por descubrirlo. Al sentir que el collar quemaba su pecho, lo agarró y lo lanzó al aire y lo volvió a atrapar. Pero, no atrapó una pequeña I griega negra, atrapó una espada del largo de su brazo de color dorado y con detalles plateados. Todos los dioses se quedaron sorprendidos, era la mismísima espada de Hércules, con ella podrían derrotar a los Titanes. Pero como este no es ningùn cuento con final feliz habìa un problema, Clover no sabìa pelear ni luchar con una espada. Solo sabìa lanzar jabalina. Además por alguna extraña razón no la espada no se dejaba empujar por ninguna otro ser, se hacía tan pasada que parecía tener 10 toneladas si otro ser que no fuera Clover la tocaba. Todos los dioses estaban por rendirse, cuando a Atenea se le ocurre la idea de poner a todos los Titanes en fila para matarlos con un lanzamiento de jabalina de parte de Clover usando la espada. Todos estuvieron de acuerdo con ello, pero habìa 10 Titanes y solo 9 dioses, lo suficientemente fuertes para luchar contra ellos y ponerlos en fila. Cuando Afrodita se percató del plan de Atenea, estaba dispuesta a avisarle a Hades, pero no pudo hacerlo cuando vio a su padre peleando con dos Titanes y el brazo derecho lastimado. Por lo cual decidió ayudarlo, provocando asì que hubiera 10 Titanes y 10 Dioses. La batalla fue bastante feroz con flechas volando por los aires y espadas clavándose en sus contrincantes. Sin embargo, al final los dioses pudieron poner a los 10 Titanes en fila.
Todo estaba preparado, Clover tenía que hacer su lanzamiento, pero Hades lo impidió mandando a Cerbero a matar al joven. Cerbero lo intentó, pero no pudo, Artemisa, la diosa de la caza y hermana gemela de Apolo, una de las diosas que combatió contra los gigantes se lo impidió clavándole una flecha en la pata. Asì, dandole paso al lanzamiento del hijo de Afrodita. Clover tomó impulso y lanzó las espada con todas sus fuerzas atravesando lo que supuestamente los Titanes tienes de corazón, matándolos uno por uno. Pero, lo que nadie se dio cuenta es que los gigantes al morir, en vez de caer para atrás, cayeron hacia delante, aplastando y matando a Clover.
Al final, la guerra terminó. Hades como castigo tuvo que volver al Inframundo y aparte de gobernar los infiernos, también tuvo que reemplazar a Caronte, y convertirse en el nuevo barquero. Clover al quedar aplastado, su madre Afrodita con aprobación de los dioses por salvar el Olimpo convirtió su cuerpo en una planta completamente verde con cuatro hojas, muy difícil de encontrar y la escondió por diferentes lugares del mundo. Según dicen el que encuentre la pequeña planta va a tener tanta suerte, como la tuvieron los dioses al encontrar a un joven que salvó su hogar.
